Museos que piensan en los niños

Imaginad la escena. Londres, 2003. La Royal Academy exhibe una muestra de arte azteca, y la escritora Dea Birkett acude a verla con su familia. La comitiva se detiene ante una de las esculturas: es la figura de un Hombre Águila, un guerrero azteca. River, de dos años, observa la estatua y grita: “¡Monstruo!”. Dea se siente orgullosa al ver que su hijo ha reaccionado ante la obra de arte. Para el guardia de seguridad de la sala, sin embargo, la reacción del pequeño es motivo de escándalo. Así que pide a la familia que abandone el museo.

Como ese guardia de seguridad, son muchos quienes consideran que los museos no son lugar para niños. Aseguran que los pequeños tienden a armar escándalo, correr de un lado a otro y tocar lo que no deben, algo intolerable en un museo. En su opinión, la presencia de niños en sus salas no hace más que arruinar la experiencia a los adultos. Al fin y al cabo, ¿cómo va a ser capaz de apreciar el arte una criatura?

 

¿A favor o en contra?

Hace unos años, Jake Chapman, miembro del controvertido dúo artístico Chapman Brothers, puso este tema de debate sobre la mesa en el Reino Unido con unas polémicas declaraciones. Afirmó que llevar a los niños a los museos es una gran pérdida de tiempo y tachó de arrogantes a los padres que lo hacen.

La propia Dea Birkett participó en el debate. Para ella, si una criatura se comporta de manera poco apropiada en un museo es porque se aburre, no porque sea incapaz de apreciar lo que ve. La solución, según ella, no es enviar a los pequeños a casa, sino invitarlos a entrar al museo y mantenerlos interesados.

Al igual que Birkett, muchos expertos destacan los beneficios que una visita al museo puede aportar a los niños. En su opinión, el potencial educativo de estos centros radica en su capacidad de comunicar una amplia gama de contenidos de forma dinámica e interactiva. Permiten a los pequeños explorar cosas nuevas en un entorno rico, investigando sobre los objetos expuestos, saciando su curiosidad y aprendiendo a su propio ritmo.

 

 

Museos vibrantes e imaginativos

Volvamos a la historia del pequeño River y su reacción ante el guerrero azteca. Dea Birkett explicó aquella anécdota con su hijo en la columna que escribía en el periódico The Guardian. Para su sorpresa, recibió respuestas de cientos de padres cansados de pasar por experiencias similares en museos y galerías. A raíz de aquella reivindicación colectiva nació Kids in Museums, una iniciativa liderada por Birkett destinada a lograr que todo el mundo, tuviese la edad que tuviese, se sintiera bienvenido en un museo.

En un artículo escrito poco después, Birkett se lamentaba de que los niños nunca hubieran sido una prioridad en la planificación de los museos, aunque constituían un tercio de sus visitantes en el Reino Unido. En su opinión, estos centros deberían ser vibrantes e imaginativos, y buscar constantemente maneras de involucrar a cuantos más niños y adolescentes, mejor.

Cristina Carvalho y Thamiris Lopes realizaron un interesante estudio sobre el público infantil en los museos que fue publicado en 2016 en Educação & Realidade, revista de la Facultad de Educación de la Universidad Federal de Río Grande del Sur (Brasil). En el texto, las autoras sostenían que “los museos no pueden ser vistos como estructuras rígidas y homogéneas en sus iniciativas educativas, sino como espacios que permiten el cambio”.

Según las autoras, los museos deben conceder a los niños tiempo y espacio para sumergirse en los objetos que despiertan su interés e imaginación; en lugar de no darles más opción que contemplar esos objetos, deben implementar acciones que fomenten su entusiasmo y su apreciación crítica; en vez de mostrarles lo que está prohibido, deben introducir actividades que permitan una mayor interacción y creen un entorno más acogedor.

 

Kids in Museums

La organización que fundó Dea Birkett en 2003 trabaja para transformar los museos y galerías de Gran Bretaña en espacios abiertos y acogedores para todos los visitantes. Su objetivo es conseguir que todo tipo de familias, niños y adolescentes puedan disfrutar de las experiencias y oportunidades que ofrece un museo.

Kids in Museums difunde entre los museos una serie de buenas prácticas que les ayudan a responder a las distintas necesidades del público familiar, infantil y adolescente. Por otra parte, da voz a las familias y les permite involucrarse en la optimización de estos centros.

Cada año, la organización publica un manifiesto con propuestas de las familias para convertir la visita a un museo en una experiencia ‘family friendly’. También entrega el Family Friendly Museum Award, el mayor galardón otorgado a un museo en Gran Bretaña y el primero en ser valorado por familias. Ambas iniciativas se han erigido como exitosas maneras de alentar a los museos y galerías británicos a volcarse con el público familiar.

 

niño en museo

 

20 propuestas a tener en cuenta

El famoso manifiesto de Kids in Museums se ha convertido en un ‘must’ para los museos. Se trata de una lista de 20 propuestas actualizada periódicamente en base a las ideas y comentarios de las familias. En Gran Bretaña, muchos museos lo consideran un documento inspirador y francamente útil.

Las propuestas que recoge el manifiesto se pueden agrupar bajo tres conceptos básicos que describen cómo debe ser un museo ‘family friendly’:

Acogedor
El centro tiene que ser un lugar cómodo y seguro para niños y familias. No se trata únicamente de adaptar las instalaciones a este tipo de público, sino también de mostrar una actitud cálida: todo el personal del centro debe formar parte de la experiencia familiar. Si los visitantes están a gusto en el centro, si sienten que les pertenece, tendrán motivos para regresar.

Positivo
Las normas a la entrada del museo deben explicar todo lo que los pequeños pueden hacer, no lo que les está vetado. Hay que enseñarles, eso sí, a mostrar respeto por los objetos. Siempre que sea posible, las exposiciones deben invitar a los niños a tocar para que experimenten su propio proceso de aprendizaje.

Inclusivo
El museo debe ser consciente de que lo visitan familias con características muy diversas: tiene que averiguar sus necesidades y adaptarse a ellas con flexibilidad. Tanto las instalaciones como las actividades o el precio de las entradas deben contemplar todas las opciones. Y, por descontado, el centro debe asegurarse de que toda su oferta sea igualmente accesible para visitantes con y sin discapacidades.

 

Compromiso con el futuro

Afortunadamente, cada vez más museos renuncian a esa condición de recinto sagrado y deciden tratar a las familias con niños como aliadas, no como enemigas. En las últimas décadas, “muchos museos han buscado activamente la aceptación de audiencias diversas, centrándose en la inclusión, el aprendizaje y la comunidad”, según la American Alliance of Museums.

Y cada vez más museos descubren que esa relación es recíproca: los niños son igualmente importantes para estos centros; de hecho, son fundamentales para garantizar su futuro. Esos niños, al fin y al cabo, acabarán convirtiéndose en profesionales del arte, empleados, donantes, voluntarios o simplemente visitantes. Cuanto antes empiece a forjarse su pasión por los museos, mayor podrá ser su compromiso de adultos.


Fotos: Michal Parzuchowski, Tanya Gorelova y Colleen Kelly