El fenómeno educativo finlandés

sistema educativo

Empiezan a ir a la escuela más tarde. Tienen menos horas de estudio y se llevan muy pocos deberes a casa. En clase, los profesores no suelen someterlos a exámenes; en casa, los padres no suelen controlar su trabajo escolar. Sin embargo, los niños y adolescentes finlandeses muestran uno de los niveles de educación más altos del mundo. Llevan años a la cabeza del ranking en el informe PISA, el programa internacional para la evaluación de estudiantes que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) elabora cada tres años para medir el rendimiento de los alumnos.

¿Cómo lo consiguen? Con la intención de responder a esa pregunta, Tony Wagner, miembro de Innovación Educativa en el Centro de Tecnología y Emprendeduría de Harvard, y el realizador Robert A. Compton decidieron viajar a Finlandia para buscar las claves del éxito de sus estudiantes. La iniciativa quedó plasmada en un interesantísimo documental, El fenómeno finlandés: el sistema escolar más asombroso del mundo. De su trabajo podemos extraer una respuesta larga y otra corta. La larga atribuiría esos excelentes resultados a un sistema educativo sólido y perfectamente planificado, que cuenta con el consenso de políticos, docentes y ciudadanía, y que apuesta por la educación como la mejor vía para garantizar que los jóvenes de su país sean competitivos en el mercado internacional. La corta podría resumirse en una palabra: confianza.

Confianza, principalmente, en sus profesores. En Finlandia, son la pieza clave del sistema educativo, y como tal se les valora. Su profesión es altamente respetada y muy demandada en la universidad, hasta el punto que sólo el 10% de los estudiantes que pretenden acceder a esa carrera consiguen plaza. Los aspirantes mejor cualificados, se entiende. Así que los futuros docentes cuentan, de entrada, con vocación y capacitación. A partir de ahí, pasan por un eficiente programa formativo en el que juegan un papel esencial las prácticas, gracias a las cuales reciben la mejor orientación personalizada para convertirse en buenos profesores.

Confianza también en las escuelas. El sistema educativo finlandés no marca un programa que deban seguir al pie de la letra todos los centros. Al contrario: siguiendo algunas pautas comunes, cada escuela tiene libertad para elaborar su propio plan de estudios. No se les supervisa, ya que la profesionalidad de sus equipos docentes supone garantía suficiente de que realizarán un buen trabajo. Los centros escolares se esfuerzan por dar lo mejor de sí mismos. Apoyan la investigación, promueven la creatividad, adoptan las nuevas tecnologías. Pero, sobre todo, se aseguran de que todos los alumnos reciban la misma educación, sea cual sea su origen o nivel sociocultural, y se preocupan por que ningún niño se quede atrás.

Confianza, por último, en los estudiantes. En las aulas reina un ambiente informal y distendido, en el que los alumnos tratan de tú a tú al profesor. Eso facilita el aprendizaje y la motivación. Los niño asumen gran parte del trabajo en clase: de esa manera, se les enseña a pensar y se les involucra activamente en el proceso. Se les demuestra, en definitiva, que aprender puede ser divertido. Al no vivir sometido al rigor de las evaluaciones, cada alumno desarrolla su propio sistema y ritmo de aprendizaje. El trabajo activo de los estudiantes en clase permite que los profesores dediquen más tiempo a atender individualmente a quienes lo necesiten. Y en el caso de que algún niño vaya flojo en la escuela, su familia se encarga de detectar las posibles causas y buscar la manera de solucionarlo.

Ese sistema educativo basado en la confianza, la profesionalidad y la responsabilidad acaba influyendo en la calidad de vida de los finlandeses y en el reducido nivel de corrupción que parece caracterizar a su sociedad. Además, contribuye a que Finlandia se mantenga como uno de los países más avanzados en cuanto a innovación, emprendimiento y competitividad global. ¿Vosotros también creéis que nuestros dirigentes deberían tomar buena nota del ejemplo?

Podéis profundizar sobre el fenómeno finlandés a través del documental o de este completo artículo de Lluis Torrent en United Explanations.


Foto: Lucélia Ribeiro