Acaba de cumplir 20 años y tiene un sueño ambicioso: limpiar los océanos. Se llama Boyan Slat y ha logrado convertir un trabajo escolar en un sólido proyecto que puede revolucionar la manera de combatir la contaminación marina causada por los residuos plásticos.
El origen del proyecto se remonta a unas vacaciones que este joven holandés pasó en Grecia cuando tenía 16 años. Aficionado al buceo, Boyan vivió una experiencia frustrante al comprobar que topaba con más bolsas de plástico bajo el agua que con peces.
Llegado este punto, vale la pena hacer un inciso para advertir que lo que presenció Boyan durante sus inmersiones no es un caso aislado. Estamos, en sus propias palabras, en la Edad de Plástico.
En la actualidad, millones de toneladas de residuos plásticos van a la deriva en los océanos; un tercio de ellos se concentra en la llamada gran masa de basura del Pacífico. Esa presencia masiva de plástico tiene efectos devastadores para el medio ambiente y también para el hombre. Se calcula que al menos un millón de aves marinas y hasta cien mil mamíferos marinos mueren cada año debido a la contaminación causada por el plástico, que amenaza la supervivencia de muchas especies. Por otro lado, la contaminación por plástico perjudica la pesca y su limpieza genera elevados gastos económicos.
El problema está tan extendido que incluso científicos canadienses anunciaron recientemente el descubrimiento de un nuevo tipo de roca al que han bautizado como plastiglomerado. Está formada a partir de los residuos de plástico fundido que llegan a las playas y se mezclan con sedimentos, fragmentos de lava y restos orgánicos.
Una vez explicado el contexto, podemos regresar con Boyan a Grecia. Fue durante aquellas vacaciones cuando el chico empezó a preguntarse si habría manera de acabar con los residuos plásticos que contaminaban los océanos. Poco después, un trabajo escolar le brindó la oportunidad perfecta para investigar el tema a fondo e intentar plantear algún sistema de limpieza más eficaz, menos agresivo y más barato que los existentes.
De aquella investigación surgió el concepto de la limpieza pasiva: Boyan pretendía usar barreras flotantes y aprovechar las corrientes naturales del océano para concentrar los residuos plásticos antes de extraerlos del agua. «Las corrientes oceánicas en movimiento no son un obstáculo, son una solución. ¿Por qué moverse por el océano cuando es el océano el que se mueve?», explicó él mismo en una charla TED en 2012. Aseguró, además, que su sistema permitiría ahorrar gastos, horas de trabajo y emisiones, además de reducir las capturas accidentales de animales.
El proyecto fue tomando una dimensión cada vez mayor. Lo que empezó como un trabajo escolar acabó derivando en The Ocean Cleanup, una organización que desarrolla tecnologías para combatir y prevenir la contaminación de plástico en los océanos y pretende “iniciar la limpieza más grande en la historia”. Ahora, Boyan es la cabeza visible de un equipo de más de 100 profesionales provenientes de diversos ámbitos como la ingeniería, la oceanografía física, el derecho marítimo o el reciclaje.
El pasado verano, The Ocean Cleanup hizo públicas sus conclusiones tras un año de investigaciones sobre el terreno. Sus responsables aseguraron que el proyecto era “técnicamente factible y económicamente viable” y se declararon capaces de limpiar casi la mitad de la gran mancha de basura del Pacífico en sólo diez años.
Los ensayos a pequeña escala les hacían pensar que la limpieza pasiva sería mucho menos costosa y funcionaría mucho mejor que los sistemas convencionales. Calcularon que sus barreras flotantes podrían concentrar y capturar casi el 80% del plástico; al no utilizar redes, los daños colaterales a especies marinas serían prácticamente nulos, y su alta efectividad volvería casi insignificante su huella de carbono. Descubrieron, además, que el plástico recogido durante la limpieza podría transformarse en aceite o ser reciclado en nuevos materiales, con lo que cubrirían una parte importante de los costes.
Tras dar a conocer unos resultados tan positivos, The Ocean Cleanup abrió una campaña de crowdfunding con el objetivo de recoger fondos suficientes para iniciar la fase piloto del proyecto y probar el sistema a gran escala. La campaña, que se cerró en septiembre pasado, superó los dos millones de dólares recaudados. A través de su apoyo económico, más de 38.000 entidades y particulares demostraron que compartían el sueño de Boyan Slat y respaldaban sus palabras: «Nosotros creamos este desastre. Así que, por favor, no me digan que no podemos limpiarlo juntos».
Foto: The Ocean Cleanup