No son especulaciones de futuro, sino un problema actual. 64 millones de personas se han visto obligadas ya a abandonar sus hogares por culpa de desastres naturales provocados por el cambio climático, y podrían llegar a ser 1.000 millones en las próximas décadas.
En el post anterior analizamos la situación general de las víctimas del cambio climático. Ahora veremos, con ejemplos concretos, cómo les está afectando la crisis medioambiental.
Impactos a corto o largo plazo
El cambio climático puede provocar fenómenos de impacto repentino o de impacto lento. Los desastres naturales de impacto repentino (huracanes, tsunamis, inundaciones) son mucho más llamativos, ya que interrumpen el día a día de la población de forma brusca; de ahí que el foco internacional suela centrarse en sus víctimas. Según el Observatorio sobre el Desplazamiento Interno (IDMC), desde 2008 se ha registrado un promedio de 25,3 millones de desplazamientos anuales por este tipo de desastres.
Las víctimas de los fenómenos de impacto lento son más difíciles de cuantificar. A menudo, los efectos de este tipo de desastres naturales no son visibles hasta que ya es demasiado tarde. Sequía, desertificación, pérdida de tierras habitables por el aumento del nivel del mar… Todos estos fenómenos traen consigo graves consecuencias: empeoran las vulnerabilidades existentes, provocan inseguridad alimentaria y desencadenan conflictos. El IMDC considera que, en los próximos años, los desplazados por culpa de fenómenos de impacto lento aumentarán muy por encima de los afectados por desastres naturales repentinos.
Aunque todos estos datos puedan sonar remotos, lo cierto es que los efectos del cambio climático sobre la población mundial están más extendidos y son mucho más palpables de lo que queremos creer. Los siguientes casos lo demuestran.
Huracán Matthew en Haití
Foto: United Nations Photo
Tormentas tropicales en el Caribe
Entre los fenómenos de impacto repentino, las tormentas tropicales, los huracanes y las inundaciones son los que provocan más desplazamientos. Según el último Informe mundial sobre desplazamiento interno del IDMC, las tormentas causaron más del 50% de los movimientos en 2016. Si tenemos en cuenta el tamaño de la población, los pequeños estados insulares son los que más sufren las consecuencias de estos desastres.
Este tipo de fenómenos lleva castigando con dureza extrema el Caribe y el sureste de los Estados Unidos desde hace años. Todos recordamos a Katrina, uno de los huracanes más letales que han sufrido los Estados Unidos. Azotó la costa del Golfo de México desde Florida hasta Texas en 2005, y sus consecuencias fueron especialmente dramáticas en Nueva Orleans (Luisiana). En 2016, Matthew devastó gran parte del Caribe y la costa este de los Estados Unidos, causando cientos de muertos y cientos de miles de desplazados.
¿Y en 2017? En pocas semanas, la temporada de huracanes generó más tormentas destructivas que en los años anteriores juntos. Harvey causó inundaciones espectaculares en Texas y Luisiana, haciéndose con el récord de precipitaciones causadas por un ciclón tropical en el territorio continental de los Estados Unidos. Irma arrasó la isla de Barbuda y la dejó inhabitable; por primera vez en 300 años, quedó despoblada. María causó daños generalizados en Puerto Rico y en Dominica.
Según los expertos, el aumento de la temperatura de los océanos hará que este tipo de desastres naturales se intensifiquen y sean aún más destructivos en el futuro.
Inundaciones en Paquistán
Foto: Asian Development Bank
Inundaciones en Asia
El verano pasado también fue aciago para el sur de Asia por culpa de las lluvias. Naciones Unidas calculó que al menos 41 millones de personas en Bangladesh, India y Nepal se vieron afectadas por las inundaciones y los deslizamientos de tierra derivados de las lluvias monzónicas.
Un informe de Asian Development Bank revela que la región de Asia y el Pacífico es la más vulnerable al cambio climático. Esta afirmación se ve reforzada por las estadísticas del IDMC: en 2016, más de dos tercios de los desplazamientos provocados por desastres naturales tuvieron lugar en Asia Oriental y el Pacífico. Las cifras más altas correspondieron a China (7,4 millones de personas desplazadas), Filipinas (5,9 millones) e India (2,4 millones).
Desertificación en China
Las inundaciones no son la única amenaza para China. También lo es la desertificación, acentuada por el cambio climático y por la actividad humana. Se calcula que los desiertos han aumentado en más de 54.000 kilómetros cuadrados desde 1975 y que, en la actualidad, casi el 20% del país es tierra desértica. Este fenómeno provoca la pérdida de tierras de cultivo y la desaparición de numerosas aldeas.
La sequía azota Etiopía
Foto: IMDC
Sequía en África
El continente africano vive una situación paradójica. El Informe de África sobre Desplazamiento Interno, elaborado por el IDMC, señala las inundaciones como la primera causa de desplazamiento de la población: 14 millones de personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares por culpa de este fenómeno durante los seis años anteriores a 2015. A menudo, esas inundaciones se alternan con períodos de sequía extrema.
La sed y la falta de agua potable provocan millones de muertes en África cada año. Muchos analistas creen que el control de los recursos hídricos será uno de los principales motivos de conflicto bélico en el futuro, por detrás del oro y del petróleo.
La cuenca del lago Chad es una de las zonas más castigadas. Este lago constituye un recurso hídrico indispensable para Chad, Níger, Nigeria y Camerún; el problema es que ha perdido más del 90% de su masa de agua desde 1963. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), siete millones de personas corren el peligro de sufrir hambre severa en la cuenca. A la falta de acceso al agua y a los alimentos se unen los conflictos armados en la zona: los grupos terroristas aprovechan la vulnerabilidad de la población y se valen de la escasez de recursos como factor de poder.
En Etiopía, las fuertes lluvias e inundaciones azotan el territorio después de períodos de intensa sequía. De hecho, el país vive su sequía más importante de las últimas tres décadas. La falta de agua hace que los cultivos sean poco productivos y aumente la deforestación, con lo que los productos básicos se encarecen y el acceso a los alimentos resulta más difícil. Se calcula que la inseguridad alimentaria afecta al 10% de la población etíope, y que unos 450.000 niños están en riesgo de malnutrición severa.
Kiribati, amenazado por el mar
Foto: United Nations Photo
Islas que desaparecen en Oceanía
Hasta ahora hemos hablado de desastres naturales, de impacto repentino o lento, que dificultan las condiciones de vida en un territorio. Ahora vamos a ver fenómenos de impacto lento que están haciendo desaparecer, literalmente, el territorio. El más habitual es el aumento del nivel del mar. Los expertos prevén que, como consecuencia del cambio climático, ese nivel aumente en más de 60 centímetros para finales de siglo. Esto podría provocar que 2.000 millones de personas tengan que abandonar sus hogares, según una investigación de la Universidad de Cornell.
Las naciones insulares de Oceanía, en el océano Pacífico, son los territorios más afectados por este fenómeno. El aumento del nivel del mar no sólo provoca la pérdida de terreno costero, sino que reduce los recursos de agua dulce. También se ve perjudicada su principal fuente de alimentos, la pesca: tanto los arrecifes de coral que las rodean como los peces que viven en ellos están muriendo por culpa de la acidez cada vez mayor de los océanos. En breve, los habitantes de esas islas deberán buscar refugio en otros países, dejando atrás su hogar, su pasado y su cultura.
Vanuatu, Tuvalu y Kiribati son tres de los países oceánicos que se enfrentan al funesto panorama de ver cómo, dentro de varias décadas, sus territorios desaparecerán bajo el mar o quedarán convertidos en islotes deshabitados. Anote Tong, que fue presidente de Kiribati entre 2003 y 2016, ha luchado durante años para denunciar la situación y apelar a la colaboración de la comunidad internacional. “Mi país estará pronto bajo el agua, a menos que trabajemos juntos”, declaró en una charla TED.
Algunas de estas naciones insulares han empezado a moverse en busca de soluciones diversas. Fiyi, por ejemplo, ya ha trasladado varias de sus comunidades costeras a terrenos más elevados. Por otro lado, el país ha vendido 2.000 hectáreas de terreno a Kiribati, al que se trasladaría la población de ese estado si se vuelve inhabitable. Y Maldivas planea construir islas artificiales para acoger a sus habitantes.
Territorios engullidos en el Caribe y el Golfo de México
El riesgo de desaparecer bajo por el mar no afecta sólo a las islas del Pacífico. De nuevo, viajamos hasta el Caribe. En la costa de Panamá encontramos la comarca de Guna Yala, hogar de los indígenas guna. Una parte de esa comarca es un archipiélago de 365 islas, de las que sólo varias decenas están habitadas. El aumento del nivel del mar hace peligrar esas islas, por lo que algunos de sus habitantes han decidido mudarse al continente. Es el caso de la comunidad de Gardi Sugdub, en Isla Cangrejo.
No muy lejos de allí, Isle de Jean Charles, una pequeña localidad costera de Luisiana, está siendo engullida por las aguas del Golfo de México. Desde 1955, ha perdido el 98% de su territorio. Las aguas saladas han anegado los campos de cultivo y han matado los árboles frutales. Sus habitantes, pertenecientes a la tribu Biloxi-Chitimacha-Choctaw, están planeando la adquisición de tierras para reubicarse en un nuevo hogar.
Deshielo en Groenlandia
Foto: United Nations Photo
Deshielo en Alaska
Otro fenómeno de impacto lento asociado con el aumento de las temperaturas es el deshielo que afecta a territorios de Alaska y Groenlandia. Según los expertos, desde 1979 ha desaparecido el 50% del hielo del océano Ártico, y los glaciares de Alaska pierden 75 millones de toneladas de hielo cada año.
Si lo habitual es que estos territorios pierdan terreno por la erosión natural, la tendencia ha empeorado como consecuencia del cambio climático. A medida que el hielo del mar desaparece, se debilita la defensa natural que amortiguaba los efectos de las olas sobre la costa. También se ven afectadas las actividades que aportan sustento a la población, como la pesca o la caza de ballenas.
En 2003, las autoridades identificaron en Alaska más de una treintena de lugares amenazados por el cambio climático. Entre ellos, Shishmaref y Kivalina están considerados en peligro inminente. Las comunidades de ambas localidades han tenido que afrontar dos grandes retos: en primer lugar, decidir si debían trasladarse tierra adentro o permanecer en su territorio; por otra parte, abordar el elevadísimo coste económico que supone la reubicación.
Una vez analizado el contexto y descubierta la urgencia y gravedad de algunos casos reales, surge una pregunta ineludible: ¿cómo actúan los gobiernos para afrontar esta crisis humanitaria? Lo veremos en el próximo post.
Foto principal: Tifón en Filipinas
Asian Development Bank